· El misterio de la libélula ·

Más leche que café. No prefiero los días nublados pero aún así salgo sin paraguas. Adicción por las tazas, bay biscuits, frazadas e Invierno.

Home Archive for 2014
Qué raro verte y no hacerte un amago de saludo.
Qué raro verte y no permitir que mis ojos se encontraran con los tuyos.
Qué raro verte después tanto tiempo.
Qué raro verte y sentir nostalgia. No por nuestro presente ni futuro, ahí no estarás; sino por mi pasado, dónde te tengo archivado mejor.
Qué raro verte y mirarte tan enajenado.
Qué raro verte y no querer verte más.
Qué raro verte y más raro aún, querer irme sin hacerte un amago de saludo, no permitiendo que mis ojos se encontraran con los tuyos, no habiéndote visto después de tanto tiempo y sintiendo esa nostalgia con tu enajenamiento.
Qué raro irme, cerrando la puerta y mirando un poco para atrás.
No vaya a ser que haya quedado la cuenta del bar sin pagar. 
Hace un tiempo las cosas se vienen dando de manera tal que me obligan a ponerme a prueba.
Son esas ideas que alguna vez se me pasaron por la cabeza pero que nunca dejaron de ser eso, una vaga idea sin ganas de que sea ejecutada.

Siempre me dije que una de las ventajas de callarse la boca, de no hacer públicas ciertas cosas, es que nos genera el beneficio de poder seguir ocultando esas inquietudes que tenemos dentro.
Esos puntos más oscuros que nos habitan ... Llamémoslos "pensamientos".

Esos pajaritos que nos circundan; usualmente nos hacen marear, trastabillar y, varias veces, nos paralizan porque nos generan miedos y nos hacen preocupar. Entonces, ¿qué pasa cuándo queremos comunicarle la existencia de éstas aves a un alguien?. ¿Buscar un poco de complicidad o, simplemente, alivianar un poco la mochila de carga?.
Ese alguien te aconseja que sería lo mejor que podrías hacer, ese alguien te incita a que des lo mejor de vos y "acá estoy para lo que necesites, juntos podemos".

Pasamos de estar "preocupados" al "tener que ocuparnos". Inconscientemente, al exteriorizar a éstos pajaritos, no hacemos más que querer abordar el tema. Es asumir que las preocupaciones son creadas para que se transformen en inquietudes y así, pasar a resoluciones.

Me parece sano tener miedos y cosas que nos generen incomodidades: el miedo nos funciona de alerta para cambiar el rumbo de algo que nos genera desconfianza. El miedo nos funciona de alarma.

Lo preocupante sería seguir por la vida sin que nada nos hiciera ruido y haciendo cosas que nosotros suponemos que nos llenan.

Me empapé del miedo, sucumbí ante él, me paralicé y acá estoy... Volviendo a caminar.
Amor: No stalkees a esa persona, ojo! Puede que su ex sea una modelo. En cuestiones de comunicación. sé paciente.

Trabajo: Hoy es un buen día para retocarte las uñas en lo que todos llegan. Hazlo pacientemente.

Dinero: A la hora de pagar la tarifa del colectivo, ten cuidado con la SUBE que quieras usar. Puede que viajes gratis, atenta.

Salud: Quizás hoy no sea un buen día para usar esas sandalias, geminiana. Te propondrán de una caminata que podrá sacarte callos. Ten cuidado.


En lo que va de mi día, sí lo tuviera que inventar, algo así diría. 
Quiero mi vida de nuevo.
¿Nunca les pasó que a veces sin una brújula es difícil ubicar el Norte?
¿Alguna vez se encontraron tan perdidos que lo único que veían era penumbra horriblemente pantanosa y que ésta se mantenía nublosa por sus propios pensamientos?.

Hace tiempo que me venía sintiendo así hasta que logré calibrar mi brújula con mis puntos cardinales bien ubicados. A veces estando con otros, uno recuerda quién es; su esencia y su pureza.

Eso me pasa cuando me junto con mis puntos cardinales.
Cabe destacar que cada uno de ellos me aporta algo magnifico y que, sin lugar a dudas, no sería lo mismo. Me costó identificarlo y aún más, darme cuenta que a veces creer que no se necesita de nadie y no querer reposar en el hombro de alguien, no es símbolo de fortaleza sino de debilidad.

Toda mi frialdad me la hizo pagar y llegué a instancias inimaginables para aprender a soltarme y reposar en un hombro de algún punto cardinal.

Oeste: Admiro la fuerza de leona que sacas de nosédónde pero no solamente la encontras sino que la esparcís y la transmitís a quienes quizás en esos momentos no podamos asirla. Me encanta tu sentido del humor y como a veces te resulta fácil tomar las riendas ante distintas situaciones;lo increíble de todo es con la gracia con la que lo haces y con la astucia con la que te moves. Adoro charlar con vos, es el empuje que me das y que hace que no me quede atrás.

Este: Tenes la habilidad de, aunque vos no lo creas, calmarme. Pones mis preocupaciones a un nivel en el cual, instantáneamente dejan de serlo y se transforman en ideas efímeras de lo que pudo haberme lastimado. Tenemos el mismo sentido del humor y solemos reírnos a carcajadas cuando nos vemos o cuando nos juntamos a parte. Tu amor incondicional hacia los animales habla muy bien de la clase de persona que sos. Creo que nunca conocí a alguien tan bueno, con tanto para dar y aún así,  querer aportar más. Siempre tuviste la idea fija de que muchas veces "no hacías nada" pero con tu presencia solamente no sabías que si, que aportabas y muchísimo. Pese a todas nuestras idas y venidas, con aciertos y desaciertos, gritos, llantos y enojos; te elijo.
Y lo volvería a hacer.

Sur: Me gusta pensar que son los puntos más distanciados y que son los dos "polos" pero que aún así componen mi brújula. Sos paz mental, sos amor, sos empatía, sos aire y agua a la vez, sos inocencia y madurez. Sos espíritu, sos feminidad, sos naturaleza y, por sobre todas las cosas, sos mi amiga y eso es invaluable. Compartimos muchísimas charlas espírituales y así como vos me haces tan bien, me gusta cuando me decís que a vos también te hago bien y entre las dos, seguir haciéndonos bien y mejores.

Yo una vez amé de verdad.
A mi una vez me importó alguien mucho más que a mi misma; de verdad sentía las ganas de cuidar a alguien que no fuera yo e incluso, pensaba en el bienestar de otra persona antes que en el mio.

Yo una vez me enojé profundamente.
Me enojé conmigo misma al punto de ya no saber quién era. Alejé a todos y lo pésimamente grave de la situación, fue alejarme de mi.

Yo una vez me desilusioné.
Las expectativas que creamos no fueron más que humo teñido con los colores de un arcoiris. Me desilusionó también pensar que esa vez que había amado, había sido en vano. Ese enojo no era más que dolor teñido con vetas de tristeza.

Yo una vez me erguí.
Me caí varias veces pero lo más interesante fue que nunca dejé de pararme. Confié remotas veces porque aún sigo creyendo en la veracidad del ser humano y sé que todavía hay gente capaz de amar y de amarme.
Me paré y acá me quedo. La panorámica es mucho más linda y los colores se aprecian mejor desde acá. Todo se disipará. Pronto va a ser así.
De eso no hay dudas.
-¿Puedo estar con vos el jueves?- le preguntó.

-Lo que pasa es que tengo que terminar unas cosas de la facultad y voy a estar metida con eso. Si no te molesta, si. Podes venir- respondió.

Su amiga ignoraba que con el sólo hecho de estar en una misma habitación con ella, ya estaba bien.
El hecho de interactuar tácitamente.
Preparar dos tés en vez de uno.
Prenderle la luz en lo que estudia porque al caer la tarde uno debe forzar la vista.

A veces no se necesita hablar. Sólo basta con estar. 
Blind Prisoner: You do not fear death. You think this makes you strong. It makes you weak.
Bruce Wayne: Why?
Blind Prisoner: How can you move faster than possible, fight longer than possible without the most powerful impulse of the spirit: the fear of death.
Bruce Wayne: I do fear death. I fear dying in here, while my city burns, and there's no one there to save it.
Blind Prisoner: Then make the climb.
Bruce Wayne: How?
Blind Prisoner: As the child did. Without the rope. Then fear will find you again.


Extracto de la película "The dark knight rises" (2012).
No importa si las agujas corren; si la manija corta alcanza a la larga. No.
Se trata de embellecer el tiempo.
Una amiga ayer me contó sobre un libro que esta leyendo que se llama "Vivir sin miedo".
Me explicó que hay que hacer los siete "ABS" diarios.
Siete abrazos.
Siete besos.
Siete sonrisas.

No importa a quien. Sólo darlos.

Ayer le dí uno. Me faltaron seis.
Este es mi mes. 
El mes que siempre esperé con muchas ansias, con aire festivo y con ganas de que me cantaran el "Feliz Cumpleaños" y así soplar las velas con mis tres deseos.

Creo que hace unos días atrás recordé que mi cumpleaños estaba próximo y recién ahora estoy pensando en las distintas posibilidades de lo que puedo hacer para celebrarlo.

Estoy bien. Mejor.
Lo que pasa es que me siento mucho mejor cuando estoy con mis amigas porque me siento contenida y protegida. Me pregunto cuando va a ser el día en que yo pueda leer un libro, hacer tiempo en alguna librería remota por el centro, ir a lo de mi papá y volver a la noche, quedarme sola en mi casa y beber té, volver sola del trabajo sin tener que estar rogando por dentro que no me suceda nada; viajar mucho, demasiado, tanto hasta cansarme.

Quiero
Paz
Mental.

Esos van a ser mis tres deseos para mi cumpleaños y lo voy a pedir tan fuerte fuerte, cerrando tanto tanto tanto los ojos, que así se van a cumplir.
Hace tres años que decidimos juntarnos a tomar un café en Starbucks. Ninguno de los dos sabía muy bien que esperar del otro.
Hacía mucho tiempo que nos conocíamos pero por cuestiones de la vida nos habíamos distanciado y no sabíamos nada de nuestras respectivas vidas.

Tomamos ese café y de repente nos encontramos hablando sin parar, con una química que no se había corrompido con el paso del tiempo y me sentí tan cómoda pudiendo decirte cosas que a nadie le había contado y vos lo mismo.

Salimos de la cafetería y ninguno de los dos quería terminar esa salida; seguimos caminando y terminamos en un bar tomando unas cervezas con una picada de por medio.

"Deberíamos juntarnos más seguido" - sentencié y vos asentiste.

Esa típica frase protocolar que uno siempre dice para que realmente las personas se junten más seguido pero que suele quedar en lo efímero.

Por suerte somos dos personas de palabra; cumplimos con lo que hacemos y decimos y hoy, luego de tres años, no me imagino que sería yo sin vos.
Sin tu risa, sin tus consejos, sin tus mimos ni tus abrazos, sin tu compañía pero lo que si, no puedo ni imaginar, es que haría sin tu cuidado.

¿Se puede amar a un amigo?. Si, se puede y yo te amo.

Apareciste en un momento tan justo de mi vida, como un enviado de algo que excede nuestros poderes.

Sos muy importante para mi.

Por eso te pido, no te pierdas más.
Ni hoy, ni nunca.
El café con leche, mi gata durmiendo apaciblemente en mi cama, cenar con amigos, leer un libro, tocar el piano, reírme a carcajadas, cantar como si nadie te estuviera escuchando, bailar como si nadie te estuviera mirando, cocinar para varios, que tus amigas cuenten con vos, que te elijan, te quieran, te aprecien, te cuiden.

Tomarse un colectivo de noche y tener un viaje largo, salir a tomar una cerveza después del trabajo, las largas charlas, las conversaciones con adulaciones y mimos, "te quiero ver, ¿nos juntamos?", "Hijita, venite que te espero", "Hola Cuqui", llorar de alegría y gritar de enojo, llorar de enojo y gritar de alegría, "¿Puedo pasar por tu casa?", "¿Cómo estas, Maqui?", "¡Buen día, Mapeeeee!", "Hola, Chuchu!".

Cantar, cantar, cantar, cantar, trotar, correr, manejar, andar en bici, hacer cuentas para irte de viaje, proyectar, inventar, reinventar con ustedes cerca, tener miedo y que ustedes me lo disipen.

Besar, abrazar, mimar, amar, querer mucho a alguien, cuidar y proteger. Decir "Buen día", decir "Buenas noches".

Cebar mates, sentir el pasto, regar las plantas, sentirte linda, comprarte ropa, estar cómoda.

¿Me falta algo más?.

No, no me falta nada... Tengo todo.
-No entendes nada- me decías constantemente.

-Lo bueno de que estés así de ebria es que tu casa está en frente, sólo tenes que cruzar y ya.- le remarcaba yo.

-¿Y qué tiene eso de bueno?- concluiste.

Veía en tu cara una amargura, una tristeza y un cansancio que no había visto en vos. Estabas cansada de luchar con algo abstracto que no hacia más que estrujarte y exprimirte.

-Estoy cansada de mi vida- me dijiste - Estoy harta.

-¿Qué decís, nena?. Estás haciendo dibujo, estás meditando, te percibo mucho mejor e incluso más tranquila. ¿Acaso no lo ves vos? - le respondí.

-No entendes nada- me repetías en lo que me sonreías y negabas con la cabeza.

Quiero entenderte.
Quiero ayudarte.
Quiero estar.

Sé lo horrible que puede ser la lucha interna con uno mismo pero cada día te ganas un poquito más y cada día pones menos resistencia y cuando te des cuenta va a llegar el momento en que ya no te reproches cosas y te dejes ser.
Y cuando finalmente seas, querida amiga, no te para nadie.


Eso es lo que sos para mi: un pedazo de los tantos que componen mi alma.
Muy pocas veces me pasa pero suele sucederme muy seguido que me alegra lo que te alegra, me enoja lo que te molesta y me entristece lo que te angustia.

Un año más, acá estamos; al pie del cañón. Aguantando, luchando, sacandonos nuestros miedos entre las dos y aligerando nuestras espaldas de cosas que no queremos que la otra cargue.

Una vez le pregunté a mi mamá si de verdad ella me quitaría todo este dolor con tal de no verme así de triste y si se lo pondría ella, con tal de evitarmelo. Me respondió que sí; que lo haría sin dudar.
Es una actitud muy noble y muy de madre el querer evitar el sufrimiento en una hija y más cuando se siente impotente ante la situación.

Hoy me doy cuenta de que eso no me serviría. Eso no nos serviría, amiga.
Esto es lo que tenemos que vivir para que finalmente no nos volvamos a parar en el lugar que nunca quisimos estar, para pisar cada vez más fuerte y para escalar cada vez más alto.

Esto, corazona, es estar cada vez más ligadas a nuestro deseo y no hay cosa que me ponga tan feliz como poder transitarlo juntas, codo a codo, hombro con hombro; aguantando lo que venga.


Sabes siempre como me siento, sabes lo que pienso y sabes escucharme y calmarme.

¿Te pensás que voy a sentarme a ver cómo mi pedacito se desarma? Si.

Pero que no te quepa ninguna duda que te voy pasar los bloques para que te formes de nuevo.



Te amo y sos una persona muy importante para mi.
Crezcamos y no tengamos miedo que lo mejor esta por venir. Ahora. Ya.
Abrí las ventanas.
"Mirá todo lo positivo de todo lo que te rodea por más que a veces te cueste. Hay veces que uno hace lo que puede; pensarás que suele no ser necesario o que no alcanza lo que se intenta dar pero créeme cuando te digo que verdaderamente cada uno hace lo que puede."

No tengo motivos para estar mal. No tengo motivos para temer. No hay nada que me pueda asustar realmente. Lo que quedó fue la secuela de haber sentido y tener miedo del miedo. Esto es la resaca de todo lo malo que me vino pasando.

Estoy viva. Sigo respirando. Cosas divinas pasan a mi alrededor y tengo un séquito de gente que me acompaña con mucho amor incondicional y que me quiere ver bien.

Tengo que celebrar eso.
Norma, mi médica especializada en la medicina china, me dijo que lo único que puede curarte a vos mismo es el servicio a otros; cuidar, estar y comprender a otros. A un compañero le pasó lo mismo que a mi y le pasé todos mis consejitos y escritos con cosas que me afectaron a mi. Le transmití mi calma y le dije que no tuviera miedo.

De cierta manera me hizo sentir mucho mejor; como si por momentos no tuviera nada.
"Fijate en todo lo bueno que tenes, todo lo bueno que te rodea"- me dijo alguna vez una amiga mía.

Si a vos te sirvió, no veo por qué a mi no.
Me permito estar mal. Me estoy permitiendo estar mal.
Me cuesta que los momentos de estabilidad duren y se queden.

"La angustia no mata a la gente. Si así fuera, habría medicamentos para combatirla, se venderían en las farmacias. La gente tendría paros cardíacos respecto a esto y créeme que así no es. Es tu idea. La idea que vos estas fabricando en tu cabeza".

Dos veces a la semana tengo que ir a confesarme y esta bien porque yo lo permito.
Porque quiero estar bien y son más mis ganas de dejar de llorar que de empezar a hundirme cada vez más en mi colchón.


Yo puedo y mi cumpleaños se va a festejar sin angustia. A esa no la pienso invitar.
-De la única manera que me siento bien es cuando estoy con mi amigos, cuando estoy con mi mamá y cuando duermo -dijo en lo que se sacaba las lágrimas de sus ojos.

Ella la miraba inescrutable y esbozó una leve sonrisa. Se acomodó en su sillón para cuestionar y le respondió con todo el amor del mundo:

-¿Y eso te parece poco?.
El sábado pasado tuve la suerte de ver a mi amiga de Ayacucho ya que vino para Buenos Aires a ver un festival de Gospel. La acompañé porque me resultó algo inusual y además siempre quise ver un coro de esos ya que casualmente siempre tuve la típica imagen de iglesia negra neoyorquina y todos los cantantes que conformaban el coro tenían unas voces increíbles.
Estábamos sentadas muy cerca del escenario hablando de banalidades mientras esperábamos a que comenzara el espectáculo cuando de repente se acordó de algo que me quería compartir.

-"¡No sabes!, resulta que el otro día estábamos hablando con Facu y se me ocurrió contarle un cuentito que me habían transmitido hace poco. Desde que se lo conté, no te das una idea de como cambiaron las cosas en casa." - ella siempre con su sonrisa tatuada y con un brillo en sus ojos era más que obvio que yo estaba deseosa de escuchar ese relato.

-"Es así" - empezó diciendo- "Sixto Martínez cumplió con el servicio militar en un cuartel de Sevilla. En medio del patio de ese cuartel, había un banquito y junto a ese banquito, un soldado hacía guardia.La guardia se hacía porque se hacía, noche y día, todas las noches, todos los días, y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados la obedecían. Nunca nadie dudó, nunca nadie preguntó. Si así se hacía, y siempre se había hecho, por algo sería. Y así siguió la tradición hasta que alguien, no sé qué general o qué coronel, quiso conocer la orden original: hacía treinta y un años, dos meses y cuatro días, que un oficial había mandado a montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre la pintura fresca".

Moraleja:
¿Cuáles son las cosas que ya damos por sabidas que no nos interesa escarbar?
¿A que sentimientos/sensaciones/pensamientos les hacemos guardia?
Será que estamos tan estructurados con rasgos de nuestra personalidad que ya es "obvio que somos así" y que ¡¿cómo vamos a cambiar a esta altura del partido?!.

Bueno, no. Error.

Lo bueno de ser conscientes de nuestros banquitos es que siempre podemos cambiarlos.
Yo, por ejemplo, era una persona muy fría. Doy y dan por sentado que soy un ogro con carácter y chinchudo. ¿Por qué?.

Distintas cosas que me fueron sucediendo con el paso del tiempo han logrado romper de a poco con mi coraza hasta llegar a este centro lleno de ternura y amor para dar. Posiblemente ésta facilidad que tengo para con algunos, me resulte una discapacidad para con otros.

A veces no puedo entender como la gente no puede ser capaz de querer, de demostrar, de brindar y de expresarse con la facilidad que algunos tenemos.

Así estoy: aprendiendo, chocándome, cayéndome, lastimándome y volviéndome a parar.
Tengo que aprender a respetar los tiempos de todos. Debo lograr entender que cada uno puede dar de la manera en que puede y no tengo que juzgar si no recibo de la misma manera ni mucho menos enojarme por ello.

Después de todo y la gracia de ésto, no es destruir los banquitos; sino barnizarlos para pintarlos del color que más nos guste.
Madurar es irse cuando el otro todavía se quiere quedar.
Dejó la brecha abierta de la mini escapada hacia Ayacucho por el casamiento de mi amiga porque ese tema quiero abordar de nuevo.
¿Recuerdan que les comenté que le había pedido a una amiga mía si podía acompañarme al viaje?
 Bueno, de ella quiero hablar.

Cuando le dije a Yanina si quería acompañarme ella accedió sin ningún tipo de reproche, lo cuál me sorprendió bastante porque ella no había tenido mucho contacto con la futura novia y, conociéndola a Yani, pensé que su timidez sería un impedimento para abordar una situación así pero, aún así, vino.

Las cinco horas en el micro se pasaron realmente rápido: mate va, mate viene, risas estruendosas, siestas intermitentes y escuchar la misma canción una y otra vez.

Siempre tuve un acercamiento muy especial con ella: ademas de ser compañeras en la secundaria, nos hicimos muy amigas por aquellos tiempos. Recuerdo de invitarla muchas veces a comer a mi casa luego del colegio o de encontrarnos para ir a tomar mates al río y andar en bicicleta para terminar cayéndonos por querer llevar una a la otra.

Si bien siempre que viajamos fue con nuestro grupo de amigos, este micro viaje en particular iba a ser distinto: esta sería la primera vez que nos iríamos sólo nosotras dos.

 "Claro, eso no es un problema."-me decía a mi misma- "¿Cuál es la inquietud si tenes varios años de vida compartidos con ella?

Nunca había estado varios días a solas con ella y viste cómo es ésto de la convivencia. Nuestros caracteres son bastante particulares y las probabilidades siempre son dos: te puede salir todo bien y volver más unidas que nunca o probablemente no querer verla por tiempo indeterminado.

Puedo enumerar varios momentos en los que me sentí feliz de haberla elegido a ella para que me acompañara en tal excursión pero solamente les voy a regalar dos:

Durante el festejo del casamiento ya consumado, el cual tuvo lugar en una quinta, la recién casada, tomó unos globos con forma de corazón y nos pidió a los invitados que nos acercáramos para tomar uno cada uno:

"Les voy a pedir que visualicen ese objetivo, esa meta o simplemente, eso que quieran soltar; cierren bien fuerte los ojos y suéltenlo. Así se ira volando sin rumbo aparente ya sea para que ese sueño se cumpla o para finalmente puedan desprenderse de ese algo."

Agarré mi globo.
Cerré los ojos muy fuerte y pensé en toda la situación que yo estaba atravesando con mi ex. Mi ex amigo, mi ex intento de novio, mi ex confidente; y finalmente fue ahí cuando me percaté del distanciamiento real, de la pérdida que estaba atravesando. No sólo me solté del globo sino que también me quise deshacer de todo ese sufrimiento y dolor. Yo a él lo quería demasiado y querer demasiado también significa poder soltar. Me di cuenta primero de mi nudo en la garganta antes de las lágrimas que se querían escapar de mis ojos.

Casi por ponerme a lagrimear, busqué a Yani entre la multitud.
Ahí la vi, cerca de un árbol. Estaba tan linda vestida con un vestido hermoso que le habíamos regalado todos para su cumpleaños, tan radiante que estaba y sostenía muy divertida su vaso de cerveza.
Lo único que atiné a hacer fue a abrazarla bien fuerte y recién en ese momento me hice agua. Largué esas lágrimas que no hacían más que demostrarme el dolor materializado que yo venía callando. No sé cuanto tiempo permanecí abrazada a ella pero cuando sentí que había un tiempo más que suficiente, me despegué y la miré a los ojos. Ella también estaba llorando.

"¿Por qué lloras? - le pregunté.

"Por vos" - me respondió- "Intuyo que fue lo que pensaste cuando soltaste el globo y todo lo que se te debió pasar por la cabeza".

La empatia que difícilmente se puede construir en la amistad, que alguien pueda ponerse en tus zapatos y vos poder hacer lo mismo con los de ella; llegar a tal conexión al punto de compartir su felicidad o sufrir sus tristezas. Eso más que una amistad es una hermandad.

Y ahora, como sé que eventualmente lo vas a leer, quiero dirigir este escrito directamente a vos.
¿Te acordás de esa noche allá en Ayacucho?.
 ¿Cuándo fuimos a Gulliver a comer unas pizzas con cervezas y que cuándo decidimos volver nos pedimos un remis que atravesó el campo en plena oscuridad? ¿Te acordas que ninguna de las dos habló?

Ese momento silencioso y acuerdo tácito que ambas nos permitimos, fue mágico.
Yo sabía que no debía hablarte sino que tenía que dejarte sola con tus pensamientos en lo que mirabas el cielo y te maravillabas con la infinidad de estrellas que se mostraban y vos hiciste lo mismo. Me dejaste mirar lo mismo que vos, abstraída por mis pensamientos, manteniendo esa conexión. Ese lazo.

Estoy deseosa de que nos volvamos a ir, ¿sabes?
Mereces todas estas cosas buenas que te están pasando, las que aún no llegan pero que pronto lo harán y las que vos misma generas.

Espero poder seguir acompañándote para festejar tus victorias y pelear tus tristezas.

Te amo, amiga. Nadie mueve las caderas como vos.





Los días nublados, lluviosos y los feriados nos condicionan según con el cristal con el que lo queramos mirar. Pasarla muy mal luego hará que, irremediablemente, todo este muy bien.

Buenos Aires nublada y 2 de abril.

Me voy a preparar un té de manzanilla y a terminar de pintar un porta retrato.
Comienzo de este nuevo mes.
Quiero decir que lo esperaba con mucha alegría, este Marzo se me hizo eterno y quisiera dejar algunas cositas tras su paso así no me atormentan más.

¿Cómo pude haberme olvidado de mi época preferida del año?.

¿Qué tan tormentosos eran mis pensamientos como para haber pasado por alto el degradé que va de amarillo a rojo con todas sus texturas y tamaños?

Hagan que me recuerde a mi misma lo crujientes que son las hojas otoñales al ser pisadas, el calor del sol mezclado con  los 21 grados de máxima. La taza de café con leche restauradora de manos frías, las colchas tibias, la cama calentita, el gato ronroneando.

No me dejen olvidar que se aproxima mi cumpleaños y con lo que me encanta cumplir años y que los cumplas feliz y no te preocupes que se puede cambiar.

Sé muy bien que estamos divididos por una línea imaginaria, somos un cincuenta y un cincuenta por ciento que siempre puede decidir si desea estar bien o estar mal; sólo depende de que lado queramos alimentar.


Tengo una muy amiga mía que vive en el interior de Buenos Aires, Ayacucho. Habitualmente nos solemos ver una o dos veces al año. Tácitamente es como que viajamos una vez cada una y eso esta muy bien porque yo me empapo de la tranquilidad del campo, de la hospitalidad de la gente y de tomar unos mates en el pórtico de su casa o de sólo limitarnos a llevar tereré a la plaza con el cubo de la generala y algo para anotar. Cuando ella viene le ofrezco lo estruendoso de la ciudad, la visita a los distintos bares y le presento lo poco de verde que tengo por acá; en la costanera de Vicente López.

En Octubre sorpresivamente recibí una llamada de ella en la cual me informaba con gritos de felicidad y vítores que se iba a casar con Facundo, su actual novio. Traté de disimular mi sorpresa y mi desconcierto obviamente contentándome por ella y deseándole mucha suerte pero aún así no podía sentir ese jolgorio que ella me trasmitía. A él lo había conocido en un momento bastante duro de su relación. Ella me contaba las cosas que le molestaban y herían y yo, inevitablemente, no podía sacar una conclusión muy objetiva al respecto ya que él estaba hiriendo a mi amiga y eso no se hace. Condicionada ya por los reproches de mi querida amiga, mi trato hacia él era muy seco e incluso llegué a detestarlo. No le prestaba ni dos segundos de mi atención y cuando así era, todo lo que salía de su boca estaba mal.

El punto de la situación es que mi amiga me invitó al casamiento para que fuera como "dama de honor". Menuda sorpresa. No sólo tenía que hundirme en la expedición de tratar de conseguir un vestido azul sino que debía sacar los pasajes con antelación y verle la cara a Facundo. Convencí a una amiga mía para que me acompañara y así se me hiciera más ameno el viaje. Y fui. Y llegué. Y esto fue lo que pasó que no esperaba.

No tengo palabras para expresar lo que sentí en ese momento. Verle la sonrisa tatuada a mi amiga y verle la mirada a Facundo cada vez que la miraba; enamorado, admirándola y con tanto amor para darle. Supe ahí, en ese instante de que había sido muy dura con él y que otra vez me había dejado llevar por un juicio completamente erróneo y prestado. Yo no había sacado tales conclusiones sino que me dejé llevar por las quejas de mi amiga.

El broche de oro fue casi al final de la fiesta, cuando me encontré con Facundo en la barra. "Muchas gracias por venir, de verdad. Sabes muy bien que las puertas de nuestra casa siempre están abiertas para vos"- me dijo y concluyó sus palabras con un fuerte abrazo. Uno bien sincero de esos que duran más de tres segundos. Nos despegamos y nos miramos. Pedimos una cerveza cada uno y brindamos sonrientes.

"Borrón y cuenta nueva"- pensé.

Fue necesario que yo tuviera que viajar casi 400 km. para encontrar a la vuelta de la esquina esta segunda impresión que muy silenciosamente te regala la gente.
Era muy necesario y lo volvería a hacer.
Encontrarme en esta situación, completamente vulnerable y sensible, es realmente impactante. He cambiado en solo cuestión de semanas cosas mías que pensé que nunca podría ni siquiera asir. Por una parte debo agradecerle infinitamente a esta situación, a esta crisis porque de alguna manera u otra me obligó a dar un giro de 180° grados a mi vida. Si seguía de la manera en la que estaba encarando mis falencias, eventualmente, todo esto saldría a la luz. Ahora puedo decir que mis deseos se asemejan con mis acciones. Empezar canto, volver a escribir en el blog, buscar una carrera idónea para poder hacer uso de mis capacidades analíticas y demás; y, por sobre todas las cosas, empezar a vivir. Me aferro a lo más real que sé que tengo y de ahí empiezo. Alguien me dijo alguna vez: "El camino hacia la felicidad es uno solo y no tiene retorno". Cuando se van poniendo las lajas justas, del tamaño justo y en el momento justo, no vamos a sentir la necesidad de mirar hacia atrás. Ah, si. Perdón. Sólo para cerciorarnos si nos olvidamos algo.
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