· El misterio de la libélula ·

Más leche que café. No prefiero los días nublados pero aún así salgo sin paraguas. Adicción por las tazas, bay biscuits, frazadas e Invierno.

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Y es en una fracción de segundo, lo que te toma darte cuenta que dejaste de leer los horóscopos de cualquier día. Aquél que te deparase un futuro mejor.
Videntes de nuestro propio destino, somos los responsables de crear un Universo para nosotros mismos.
Somos los creadores de nuestro horóscopo.
No creemos en la suerte. La hacemos.

Claramente ahora que sé cuál es la consigna del día de hoy, me puse a mirar con mayor detenimiento las cosas que me rodean. Nunca les había prestado atención y ahora que lo hago, hay un millón de cosas que me circundan.
Me encuentro en la oficina y me propongo detallar los objetos que más acaparen mi atención.

1) Tenemos una pizarra de corcho en la cual nuestra gerente va pinchando gráficos de productividad, fotos, frases inspiradoras y unos origamis de unas mariposas que yo le hice porque me lo pidió para agregarle vida a la plancha dictadora. Todavía están las lucecitas de navidad decorando vagamente los números escandalosos de los gráficos. No sé, estamos en marzo, entrando al Otoño.

2) Abajo de esa famosa pizarra, hay colocado un aplique que da lugar a que se pueda conectar dos enchufes: la cafetera, como objeto principal de subsistencia y, la impresora. Éste aplique está torcido. Me pone un tanto nerviosa. 

3) Hay varios muebles con stickers del sindicato declarando los sueldos bajos y los contratos precarios. No tengo nada en contra de ello, simplemente que están por la mitad. El tiempo se encargó de ir arrancándolos. ¿No sería mejor terminar de sacarlos y pegar nuevos o no sé?.

4) Tengo cerca una caja que está hace años ahí tirada con unos expedientes que sabe Dios de qué son. Si no quiero contraer ebola, será mejor que siga estando ahí, inalterable. 

5) Está el nuevo calendario del 2016 y aún no marqué mi cumpleaños en el. Siempre hago eso.

6) Tengo una muñequita que me hace compañía en el escritorio. Duerme en un viejo frasco de mermelada BC. Creo que le corresponde un buen baño, debería llevarla a casa y meterla en el lavarropas. 



7) Las cosas que veo. Ok, puedo decir que NO veo a mi termo. Evidentemente la suerte de los mismos se traslada a varios lugares de mi vida.

8) Hace poco incorporamos plantitas a la oficina, tenemos varias. Implementamos un "calendario de riego" en el cuál vamos anotando quién fue el último en regar las plantas. Más que nada lo hicimos porque al principio había demasiada emoción por hidratar a las plantas y quizás las regábamos varias veces en el día sin saberlo. Noté que el calendario está vacío hace muchos días, probablemente las riegue más tarde.

9) Una fotocopia que es una guía del donante de sangre que informa, dependiendo que grupo sanguíneo tengas, a qué otro tipo podes donar o de qué tipo podes recibir. Debería donar sangre. Por tercera vez.

10) Mi botella de agua de un litro a medio beber. Cada vez me cuesta más tomar dos litros diarios.


Nací un 10 de Junio de 1990 con el frío pegándome en el nombre y un domingo a flor de piel en mi apellido. No recuerdo mucho de ese momento, claro está, pero si tengo cosas muy vívidas en distintos períodos de mi vida.
A la hermosa edad de mis 3 años, mis padres me mandaron a un jardín que se llamaba "La Tortuga Azul". Recuerdo que quedaba muy cerca de casa y mi madre siempre venía a buscarme para caminar despacito hasta casa.
Ya siendo un poco más grandecita me mandaron al jardín n°903 donde ahí me encargué de sembrar amistades que aún hoy me siguen dando frutos. Recuerdo jugar con los varones en el arenero buscando desesperados por todo el patio si se encontraba alguna pala o baldecito libre para que pudiéramos usar. Creo que pensábamos que si cavábamos lo suficiente, apareceríamos en nuestras respectivas casas pero no, eso nunca sucedió. Algunas veces me encantaba esperar a que todos estuvieran lo suficientemente distraídos para entrar a la salita azul y robarme caramelos. Sí, es cierto. Tengo buena memoria visual y siempre le prestaba atención a los escondites de las cosas ricas.
Mi primaria la realicé en la Escuela n°12. Casi todos mis amiguitos que hice en el jardín migraron junto conmigo para allá. Miss Emily era la encargada de mis clases extracurriculares de inglés. Mis padres me habían anotado para que yo empezara a familiarizarme con el idioma. Durante séptimo grado, ocurrió mi primer flechazo de amor: un chico tímidamente vino a golpear la puerta y a interrumpir la clase de Lengua para avisar que se había abierto un espacio para hacer Handball durante la tarde en la escuela. Mariana (una de mis mejores amigas) y yo nos miramos cómplices y pensamos que sería una buena manera de darle una oportunidad al profesor, digo al Handball. Así nació mi segundo enamoramiento: el balón mano. En noveno grado sentía adoración por la Literatura y mi profesora seleccionó uno de mis textos y lo publicó en la revista de la escuela.
El tiempo pasó y lógicamente, cada uno de nosotros pretendía algo distinto de nuestros futuros. Para la etapa de la secundaria optamos por distintos caminos y distintas escuelas pero eso tampoco fue un impedimento a que dejáramos de vernos, sólo que con menor frecuencia.


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