El lujo es vulgaridad dijo y me conquistó

Creo que encontrar aprendizaje entre tanto caos es una virtud.
Es saber poner en una balanza lo que realmente vale la pena y sacar algo mucho más constructivo de ello que de las ideas destructivas que a uno mismo se le puedan cruzar.

No sé, las cosas no pasan porque sí. Si uno puede y es capaz de correr el tablero un poco de lugar, puede ver con mayor perspectiva y con un marco mucho más amplio cualquier situación. De verdad.

Quizás que haya venido mi tía durante un mes a Argentina, me enseñó a tener una mirada un poco más comprensiva. Entiendo que a la gente le cuesta hacerse cargo de lo que siente y tiene muchísimo miedo de exponerse con un otro. La vulnerabilidad que se siente, como cuando estás tapado en Invierno y giras para acomodarte mejor en la cama y en el traqueteo se te destapa el pie; da miedo, claro que sí. ¿Pero sabes qué pasa? Es que uno tiene que sentir frío para saber que quiere calor.

A mi tía le cuesta en demasía ponerse en versos, no sabe. No quiere. Probablemente su educación venezolana chapada a la antigua diga que ella tiene que ser la cortejada por el hombre, que él la tiene que buscar y demostrar el interés, que no podría ser de otra manera y que pin que pan.

Recuerdo una vez que en el patio de mi casa le pregunté extrañada si al final había quedado con aquél hombre para tomar aquél café que entre lineas se habían prometido.
Me respondió que no, que como él no le había escrito, ella tampoco.

"¿Y pero vos tenes ganas de tomar ese café?"

"Sí, pero no quiero quedar como una desesperada, mejor que me invite el"

"¿Qué te importa lo que piense él? Ni siquiera te conoce. Además, ¿desde cuándo está mal demostrarle a alguien que tenes interés en querer conocerlo?"

Me di cuenta rápidamente con el intercambio de respuestas que nos dábamos, que sería prácticamente inútil hacerle entender un punto de vista distinto; incluso me ayudó a entenderla: era miedo. Un poco de orgullo también. Una mezcla feroz que deja paralítico a cualquier maratonista.

Por otro lado percibí en carne propia que a veces ser directa y frontal, la contra cara de la situación anterior, puede llevarte a un lugar sin entrada ni salida pero lleno de alternativas.
Te dije de ir a tomar algo porque hacia mucho tiempo tu mirada benévola  y tus pelos afro me generaban mucha mística. Eras una persona a la cuál quería conocer y eso hice.
Pusimos un día y un lugar y pasamos varias horas charlando de cosas misceláneas. Las cervezas pasaban como si nada, mucho maní y de vez en cuando encender un cigarrillo, hicieron que la madrugada del Lunes con las ojeras hasta el piso, valiera la pena.

Debo confesar que conocer a alguien con tanta seguridad de sí mismo y viendo su contacto entero con sus raíces y demás, hizo espejo en mí y me está ayudando a comprenderme mejor, a aceptarme y estar segura de lo que tengo y de lo que puedo dar.
Me ayudó a comprender que no soy regateable y que si uno verdaderamente se lo propone, puede.
Jamás me hubiera imaginado que iríamos a tomar algo meses después.
Probablemente no lo sepas nunca pero... gracias.
Hiciste que me vea al espejo y me guste la devolución.
Hoy mi gemela, la que se esconde allí, me revela una sonrisa de oreja a oreja, a una muchacha que no veía hace bastante.


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