It's a match!

Como quien abre la heladera vacía ochenta veces al día, esperando a que, mágicamente, aparezca un delicioso plato apetecible, algo así es mi relación con aquella aplicación.

La abro para ver qué caras aparecen hoy, cuáles son las presentaciones que leeré, para saber si con esa pequeña descripción, la persona es lo suficientemente llamativa para captar mi atención y, así, ponerle un corazón al perfil de aquél extraño.

Deslizo mi dedo índice casi coreografiado: una vez a la derecha, dos a la izquierda, otra vez a la derecha y vuelvo a empezar. 

Hay que ser lo muy hábil para hacer una breve reseña de uno mismo; no es fácil. Hoy en día, la gente no quiere grandes biografías pero tampoco les agrada el anonimato total. Encontrar el balance entre ambas cosas, es complicado. 

Soy de esas personas que prefieren mantener el misterio y la mística para el momento de la charla virtual o, quién sabe, de manera presencial. Es costoso llegar a esa instancia. Los tiempos han cambiado; sobre todo, luego de esta pandemia, que nos está costando a todos pero uno se adecúa o, por lo menos, trata.

De todas maneras, ahí me encontraba yo, seleccionando caras. De repente una me llamó la atención. Reconocí aquellos ojos al instante. 

Centré mi mirada y, sí, el nombre coincidía con el recuerdo de esa cara, esa edad y lo que él había escrito sobre sí mismo.

No recuerdo hace cuanto tiempo no lo veía; creo que años, unos largos. Estar encuarentenados  hace que haya perdido la noción del tiempo pero no lograba sacar el cálculo con exactitud.

Fue allí que los recuerdos me invadieron: la primera vez que nos habíamos visto, el primer beso que nos habíamos dado, la primera vez que tuvimos relaciones, cuando decidimos adoptar una gata, cuando empecé a dejar mi ropa en su departamento, cuando cumplimos un año de noviazgo, cuando armamos un dúo acústico para salir a tocar en eventos y bares, cuando aplicamos para trabajar en un crucero, cuando viajamos millones de veces a Mar del Plata, nuestro primer "te amo", cuando nos dejamos de gustar, cuando tuvimos que charlar para saber qué hacer con nuestra relación, cuando me pedí un remis para llevarme todas mis cosas, la cantidad de veces que lloré por nuestra separación y todo lo que tuve que sanar para recomponerme.

Todos esos recuerdos volvieron a mi. No sé qué fue ni por qué pero mi dedo se movió solo. Como si tuviera vida propia, él decidió ponerle "like" a su perfil. 

Su cara desapareció y, de repente, la pantalla se puso negra y unas letras verdes indicaron "It's a match".

Ahí estábamos los dos, gustándonos de nuevo, volviendo a empezar con una indicación que nos invitaba a... ¿mejorar?

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